Juan no fue militar, tampoco ingeniero o medico. Eligió en la fotografía, ser el puente entre lo real y lo ficticio, hacer lo que ninguna profesión haría con tanto mérito: transformar sueños en realidad, o, mejor dicho, eternizar sueños. En 2004 cuando su papa le compro su primera cámara réflex para estudiar, no imaginaba que seria responsable por tantas sonrisas. A lo largo de doce años, él fotografió bautismos, casamientos, bodas de oro y papel, reuniones familiares y cumpleaños, books y festivales de música, haciendo con que cada clik sin pretensión transformase en un montón de historias vivas, renacidas en cada edición concluida. Con la dedicación de un pintor, busca, en los detalles, retratar lo sencillo, lo cotidiano, lo efímero. La pasión por los carnavales lo llevó a Colónia, en Uruguay y a Barranquilla, Colombia, a fin de traer para la realidad fotografica, historias de carnavales eternizadas desde hace muchos años por su gente. Personas simples y sonrientes que llenaron las paginas de un libro intitulado: Retratos de Carnaval, disponible para download y venta en Itunes y Blurb. Sensible y detallista, fotografió, además de eso, uno de los más lindos postales de Buenos Aires: el Obelisco con la puesta del sol, a metros de una peatonal estilo Abbey Road, dentre tantos otros momentos únicos. Emprendedor y dinámico, ese fotógrafo, egresado en la Escuela Municipal de Fotografía de Berazategui, provincia de Buenos Aires, no para nunca de trabajar. De negativos a archivos raw, posee un conjunto de fotos elegidas a dedo – y a los ojos- de quién, definitivamente, sabe lo que hace. Si de técnica y conocimiento, él todavía no sea capaz de convencerte, de sensibilidad y profesionalismo, seguramente, lo hará!
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